Nacho Llantada necesitaba un negocio que acompañara su carrera como músico. Lo encontró en Cotorritos.
Los Claxons comenzaron su carrera en uno de los peores momentos para los artistas musicales.
Era 2004. Atrás habían quedado los días en los que grabar y vender discos era un gran negocio. La piratería — así fuera con CDs ‘quemados’ y plataformas de intercambio de mp3, particularmente Napster y Limewire — había ya destrozado por completo el anterior modelo de negocio. Eran los años previos a iTunes y Spotify, así que tampoco existía todavía la opción de generar ingresos comercializando música de manera digital.
“En mi caso, la música no era algo que me pudiera mantener”, recuerda Nacho Llantada en entrevista con Whitepaper. En aquel año, Los Claxons, la agrupación de la que aún es vocalista, había firmado un contrato con Movic Records (de Kiko Lobo). “Nacimos en ese bajón donde la gente escuchaba nuestra música en discos quemados y descargas ilegales. Al artista no le tocaba nada”.
Pero ese pequeño detalle no sería suficiente para frenar su sueño de seguir en el mundo de la música. Lo que Nacho tenía que hacer era encontrar una vía alterna de ingresos para poder mantenerse en él.
Cuando Los Claxons debutaron con su primer disco en 2005, fue algo emocionante para Nacho y para el resto de los integrantes del grupo. Pero no necesariamente representaba un buen negocio.
“Me daba cuenta que tocábamos en muchos bares, pero a nosotros nos pagaban bien poquito y los dueños hacían mucha lana”, cuenta.
¿Por qué no, entonces, tener su propio bar?...
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