En un segmento más bien familiar y local, los hermanos Wapinski apostaron por un modelo institucional, de alcance nacional. Cuando explotó la fiebre por los relojes de lujo, estaban listos.
En las últimas décadas, el retail se ha profesionalizado completamente. Aquella farmacia o tienda de muebles que era operada por su dueño y sus familiares terminó evolucionando para convertirse en cadenas, con sus respectivas oficinas centrales y sucursales en distintas ubicaciones. Les pasó a las tiendas de alimentos, de ropa y de electrónicos.
Pero a excepción de un puñado de marcas, no sucedió lo mismo con las joyerías y relojerías. En países como E.U.A., existen grandes cadenas a precios más accesibles, generalmente ubicadas en centros comerciales (como Zales). Sin embargo, en el mercado del lujo – en donde las marcas suizas de relojes son las protagonistas – la norma sigue siendo aquella joyería independiente, operada por el dueño y sus familiares. Muy pocas migraron a un esquema institucional, con presencia en diferentes ciudades.
En América Latina, la más grande de éstas es EMWA: una cadena de 18 tiendas, ubicadas en 10 ciudades, que los hermanos Wapinski desarrollaron a lo largo de los últimos 20 años...
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